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Educ@r: educación digital en tiempos de pandemia - por Carlos Eduardo Cardozo

El anuncio de la suspensión de clases debido a la pandemia de coronavirus (COVID-19) deja a toda la sociedad preocupada por el futuro de nuestros estudiantes y, por supuesto, por las pérdidas de aprendizaje.  Más rápido de lo que imaginábamos, los directores de escuelas, las organizaciones de la sociedad civil y la comunidad de profesionales de la educación dieron la primera respuesta al cierre de escuelas: el uso de las tecnologías digitales.  La rapidez con que se propone que la tecnología nos ayude en los escenarios de cierre de escuelas tiene que ver, también, con la popularización del acceso a Internet.
        Nunca hemos estado tan cerca y a la misma hora tan lejos.  Nunca hemos sido tan virtuales.  Y, ya ves, nunca hemos estado tanto tiempo en casa con nuestros niños y adolescentes.  No, no es fácil adaptar el home office a las tareas domésticas.  No es fácil concentrarse en el trabajo con los pequeños que llaman a la puerta pidiendo atención.  Están allí en el salón, en la habitación, en el jardín, desbordados de energía sin saber cómo canalizar esta repentina sobrecarga que los ha atrapado en casa y los ha sacado de su rutina escolar.
        Los padres, de la noche a la mañana, tuvieron que reorganizarse para hacerse cargo de algunos de los trabajos de los profesores.  Y los profesores, muchos de ellos todavía resistentes y mal adaptados al uso cotidiano de las nuevas tecnologías, se ven obligados a descubrir nuevas formas de enseñanza utilizando las herramientas que sus alumnos digitales nativos ya tienen mucho más fáciles de manejar, lo que no significa que estén acostumbrados a acceder a redes sociales, software y aplicaciones para estudiar.
        Incluso siendo miembros de una generación conectada, los jóvenes que hoy en día está en la educación básica, primaria e incluso en la secundaria, nunca ha pasado por la experiencia de tener que ir a la escuela sólo con su "avatar" en lugar del uniforme.  Ni los educadores (ni tampoco las escuelas) estaban preparados para enseñar sin cruzar la ciudad y encontrarse con los estudiantes en el aula construida con ladrillos y mortero.
       Pero seguramente, tengo una certeza: la escuela tal y como la conocemos, apúntate, nunca volverá a ser la misma.
        ¿Por qué?  Básicamente porque toda gran transformación social impuesta como la que estamos viviendo genera cambios irreversibles en los hábitos. Todas las guerras han dejado una enorme devastación social, pero también han traído un gran aprendizaje. Es en la dificultad que uno aprende, ¿no es así?  Y así es como debemos enfrentar este momento: como una oportunidad para descubrir cómo innovar nuestras experiencias pedagógicas.
        A todos les echan de menos  para encontrar a sus colegas, reírse, abrazarse, jugar en la cancha y hacer trucos.  Por otro lado, los educadores extrañan el descanso para el café, el ambiente agradable en la sala de profesores, los casos diarios... Recemos para que pronto podamos estar juntos de nuevo.  Pero por ahora, debemos probar nuevas formas de no interrumpir el ritmo de los estudios. Esta generación de estudiantes ha sido bendecida con el don de poder seguir explorando el mundo y acceder al conocimiento sin tener que visitar la biblioteca o el laboratorio, abrir el libro impreso o copiar la tarea de la pizarra.
        La escuela nunca será prescindible. La convivencia social es inherente al ser humano y fundamental para desarrollar las habilidades socio-emocionales.  Pero no es "sine qua non" para ellos seguir su viaje de aprendizaje junto a sus padres y con los profesores al otro lado de la pantalla.

         Los recursos están ahí y todo el mundo ya sabe cómo utilizarlos. Todo lo que hay que hacer es crear estrategias para que las redes sociales (Facebook, Instagram, Twitter, WhatsApp, YouTube), el software (Office, Teams, OneDrive, Skype, Hangouts), las aplicaciones educativas abiertas (hay una multitud de ellas para crear video-clases, por ejemplo), las plataformas Moodle, Canvas, BlackBoard y tantas otras herramientas se incorporen a las disciplinas y mantengan la clase entusiasmada.
         Si la distancia puede ser un desafío para seguir "in loco" el desarrollo de los estudiantes, por otro lado la conectividad nos brinda la oportunidad de evaluar cuán resistentes son y cómo se comportan en períodos de adversidad como el que estamos atravesando.  Al involucrarlos en esta nueva dinámica de aprendizaje, los profesores descubrirán, sin duda, en la práctica, cuáles son las ventajas y desventajas de la enseñanza virtual.
      Sólo estamos experimentando el comienzo de la revolución digital en la educación. Las transformaciones que se requieren en tiempos de "aislamiento social" ante la pandemia, están lejos de agotar la amplia gama de efectos que las tecnologías digitales causan en la educación.  En este tiempo que estamos atravesando, será un "punto de inflexión" en la educación.  Ciertamente, después de pasar por este momento difícil para todos nosotros, la escuela nunca volverá a ser la misma.

Publicación en 31/03/2020

Tradução: Marcelo de Souza Gomes (marsougomess@gmail.com)

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Covid-19, el tiempo y la finitud humana: nada vale más qué el cariño humano y humanizador - por Carlos Eduardo Cardozo


                La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró en esta semana (en el día 16/02/2020) que la pandemia de Covid-19 es "la mayor crisis sanitaria global de nuestro tiempo". El capitalismo actual y la transformación de el planeta en una vasta red de interconectividad nos brindan una oportunidad única para darnos cuenta de las mil formas sutiles de vaciar el presente y los afectos.  Lo hemos sentido muy de cerca con la recomendación del "aislamiento social", como una forma de contener la propagación del virus.
                Esta pandemia que estamos probando como sociedad, en el umbral del cambio de esta década en el siglo XXI, nos pone nuestra realidad más humana frente a nosotros: ¡la finitud!
            ¡No tenemos todo el tiempo del mundo!
                El ser humano es un ser sensible, un ser frágil... pero el neoliberalismo y el capitalismo nos hicieron olvidar esa certeza! Mitos, espiritualidades, filosofías y religiones están involucrados. El mundo nos aleja de la humanidad en la medida en que arrastra consigo propuestas de sacrificio, exprimindo el derecho a vivir en la actualidad.
                El poeta checo Rainer Maria Rilke, a principios del siglo pasado, se pregunta en uno de sus poemas: - ¿Quién fue el que nos fascinó para que tuviéramos una mirada de despedida a todo lo que hacemos?
               Esta pandemia, el aislamiento social y todas estas tristes noticias que seguimos en las noticias tienen algo en común: el poder de interrumpir el tiempo. Por lo tanto, es necesario (re)significar nuestra vida, dando importancia a los afectos humanos y humanizadores.
               Con efecto, el afecto debe entenderse sobre todo como una predisposición de un orden antropológico inscrito en nosotros desde el nacimiento: pertenece a nuestra identidad más profunda y se califica como "sentimiento", la capacidad de "sentir", pathos, que compromete a todo el ser, abriéndolo a la humanización, al encuentro, a la "com-pasión" y a la convivencia.
              Tal vez hemos olvidado esto últimamente frente a tanta codicia, tanto egoísmo, tanto fundamentalismo, tanta violencia de todo tipo. Pero la humanidad tendrá otra oportunidad de revisar sus prioridades.

Tradução: Marcelo de Souza Gomes (marsougomess@gmail.com)



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